Friday, February 23, 2007

Privatización del ferrocarril inglés I

En los primeros meses de 1977 se dio por finalizado el proceso de privatización de la red ferroviaria inglesa, el complejo British Rail, hasta entonces uno de los grandes mitos heredados de la revolución industrial de cambio de siglo y preocupación constante de todos los gobiernos ingleses desde su fundación, así como el orgulloso ejemplo de toda una sociedad que se apoyaba, entre otras cosas, en su modelo ferroviario para distinguirse del Continente.

Fue entonces cuando quedó dividido en un conjunto nada homogéneo de empresas, concesiones, franquicias y unidades de negocio independientes que ha provocado que el proceso de adecuación a las demandas de los usuarios y el diseño de los planes de futuro se hayan convertido en un conflicto casi tan complicado como la privatización misma.

El compromiso adquirido por Virgin Trains supone el contrato más ambicioso jamás firmado en el sector ferroviario en el Reino Unido, y uno de los más importantes del mundo. Se fundamenta en la compra del material rodante necesario -composiciones pendulares completas capaces de circular a 225 kilómetros por hora- para explotar, mantener y comercializar la línea más emblemática de las islas, la denominada Transversal. Esta une, a lo largo de la costa este, Londres con Escocia, si bien el primero de los trenes que circuló por ella lo hizo entre Edimburgo y Penzance, los puntos más alejados de la línea.

Los primeros trenes de la sociedad Virgin Trains entrarán en servicio en el año 2002, y serán construidos en las factorías italianas de Fiat Ferroviaria y en las que GEC Alsthom tiene en Birmingham. En cuanto a las redes del centro del país, que también gestionará Virgin, serán renovadas con unidades fabricadas por la firma canadiense Bombardier.

La concesión de la explotación de las líneas que gestiona la compañía de Richard Branson contempla un complicado proceso de inversiones, que se deberá realizar tanto por la empresa concesionaria como por el organismo semipúblico Railtrack, que es responsable de los gastos de mejora de las infraestructuras. El plan de inversiones que nace de este contrato contempla la construcción y entrega, por parte del consorcio (formado por GEC Alsthom, Fiat Ferroviaria y Bombardier), de trenes pendulares de alta velocidad, su mantenimiento y la gestión y explotación de la línea hasta la finalización de la franquicia, establecida por Virgin Trains y el organismo estatal que llevó a cabo el proceso de privatización, en el año 2012.

Minuciosidad.

Las nuevas composiciones, y la elasticidad prevista en su uso, deben hacer posible que la frecuencia de paso de los trenes se incremente y, asimismo, que se reduzcan los tiempos de los recorridos. La previsión es que este ahorro será de más de un cuarto de hora de promedio en su primer año de servicio, para alcanzar casi la hora a partir del 2005.

El proceso de privatización, polémico y minucioso, ha supuesto unos ingresos para el Gobierno británico de más de un billón de pesetas, aunque los costes casi han igualado esa cantidad y las subvenciones estatales para los servicios deficitarios han aumentado considerablemente. El complejo plan que se ha establecido prevé, entre otras, una inversión por parte de Railtrack de más de 500.000 millones de pesetas en el mantenimiento y la mejora de la actual red de infraestructuras. Hay que tener en cuenta que tanto el material rodante como el conjunto de la red han visto congeladas las inversiones desde que se inició el proceso de privatización a principios de los años 90.

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